ENTRE FIDEL CASTRO Y UN ESCRITOR DESNUDO.
Entrevista llevada cabo en La Habana, Cuba el 28 de abril de 2002, publicada en Suplemento Especial en el semanario ZETA de Tijuana, Baja California
ENTRE FIDEL CASTRO Y UN ESCRITOR DESNUDO. Diego Moreno
Estar en una convesación privada con Fidel Castro y cotejarla, palabra a palabra, con el ensayo que sobre su adicción a la palabra hablada escrito Gabriel García Marquez, es lo más cercano a parecerse a un motor sin anticongelante en invierno, en la sierra de Chihuahua: si arranca se desbiela, si no arranca, revienta.
Tal vez, de haber sabido que iba a vivir la experiencia de una reunión privada de cuatro horas con Fidel Castro en La Habana, apenas unos días después de haber leído "Fidel Castro: el oficio de la palabra hablada" del Gabo, habría bebido un anticongelante. Eso, desde luego, me hubiera echado la vivencia por la borda. Era menester asimilar en seco la alta presión, el magnífico poder de seducción, la mirada de águila, la fragilidad de la voz, el inicio de una conversación que uno vislumbra dónde comienza pero nunca dónde termina, pero sobre todo, percibir en corto la oculta timidez del Comandante.
Dice el Gabo que ha visto a los mas aplomados perder el dominio frente a él, extremando la compostura o exagerando el desenfado, sin imaginarse siquiera que él está tan intimidado como ellos, y que tienen quie hacer un esfuerzo inicial para que no se note. Cuenta García Márquez que, conocedor de su fobia a los escenarios, en una nota que le mandó hace unos años pidiéndole participar en algún acto público, le decía: "Trata de vencer por una vez tu miedo escénico, como tengo que hacerlo yo con tanta frecuencia".
Por suerte, y nada más que eso, me encontré en el vestíbulo de la casa que el gobierno cubano reserva a dignatarios de estado que visitan la isla, situada en un idílico bosquecillo llamado El Llagado, en La Habana, en el preciso momento que Fidel Castro llegaba a saludar a unos políticos mexicanos. Apeándose del Mercedes Benz color negro, fue informado por el cuerpo de seguridad que los funcionarios mexicanos no habían llegado. "Los esperaré cinco minutos", dijo. Entró en la casa. Un poco como Charlot llegando al escenario, fui empujado por mis compañeros a recibir a Fidel Castro: "Dile algo, Diego"
Lo primero que llama la atención es su estatura, acentuada porque ha perdido mucho volumen. Está muy delgado. Tal vez se le hizo endémica su férrea disciplina de imponerse una dieta perpetua, sacrificio inmenso, pues es un hombre con gran apetito. Narra el Gabo que "un domingo sin frenos, después de un almuerzo en forma se tomó dieciocho bolas de helados. En la vida corriente apenas si prueba un filete de pescado con vegetales hervidos"
"Saludo primero al que está a mi izquierda", dijo extendiéndopme la mano.
"Es la que está más cerca del corazón", acerté a decir. Me lanzó una penetrante mirada. Apenas terminado de saludar a mis amigos, irrumpieron casi corriendo los políticos mexicanos, excusándose por llegar tarde.
Fuimos invitados a pasar a una sala pequeña, con una mesita baja al centro, de esas para poner cenicero o el café mientras se departe, donde presenciamos cómo comenzaba la reunión Fidel. Lo hizo con voz casi inaudible, "deveras entrecortada", como lo describe García Márquez. Avanzó paulatinamente entre la niebla, con rumbo incierto, aprovechando cualquier destello para ir ganando terreno palmo a palmo hasta que dio una especie de zarpazo y se apoderó de la audiencia. Se estableció entonces entre él y nosotros una corriente de ida y vuelta.
-Recuerda la perra de la encargada de negocios, Comandante?, le preguntó uno de los políticos mexicanos, a manera de chispa para encender lo que duraría cuatro horas de tensión y de embriaguez. Dos de esas horas, las pasaríamos sentados. Las otras dos, parados.
Fidel prorrumpió en carcajadas abiertas. Una risa que le duró varios minutos, comentando, entre espasmos, sobre la anécdota de la perra que la asociación canina de Cuba había expulsado meses antes por pertenecer a un especímen demasiado burgués para vivir en la isla.
-Una perra que duerme boca arriba- seguía, ahogado de risa, recordando las notas internacionales: "Expulsan a la perra de la encargada de negocios de Estados Unidos en Cuba". Se deternillaba de risa en el sillón.
Pasado el temporal, recuperado y relajado, comenzó a hablar sin protocolo alguno. A medida que se adueñaba de la situación, empezaba a valerse del idioma que emplearía en esa ocasión: el del contacto físico directo. Yo estaba enterado de que sus discursos más difíciles parecían conversaciones casuales, similares a la que sostenía con los estudiantes en los patios de la Universidad, al principio de la revolución. También de que tenía un modo de persuadir según los distintos interlocutores. Después de los primeros minutos de palparnos a todos con la mirada, se corrió al filo del sillón. Estaba a cargo del escenario.
Abrió fuego con el tema de la fiebre aftosa.
-Si aparece un caso en México, no lo oculten. No hagan lo que los argentinos. Escondieron que les habían aparecido casos. Cuando quisieron ponerle remedio, era tarde. Ya nadie les creyó. Si aparecen en Cuba, seguramente sería un desastre. Estamos muy preocupados y muy alertas.
Con suma cautela abordó el tema del sida. Recordé la historia de represión a Reinaldo Arenas, el brillante escritor disidente, homosexual, que se exilió en Nueva York donde murió infectado de sida. Tomó un minuto para hacer memoria. Se tocó con el índice entre las cejas, entrecerrando los ojos:
-Tenemos 2 mil 582 casos de sida- comentó lentamente- nuestros científicos han logrado un medicamento que si tiene uno la enfermedad hasta el pecho- ilustró señalando el pecho de nosotros- lo reduce hasta los piés- remarcó apuntando a los zapatos. - Controlada de esa manera impide que sea propagada a otra persona.
Acentuando el contacto coloquial, sintiéndose dueño de la situación, pasó al contacto físico directo. El resto de la reunión frecuentemente nos tomaba de la manga, de la solapa, del botón de la camisa, sin dejar de mirarnos directamente a los ojos.
Imposible desasirse del estado irresistible y deslumbrante. El Gabo dice "Solo lo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo".
-Cuidado con el veneno de Hollywood- advirtió señalando con el índice hacia allá, hacia Hollywood. -Nuestra televisión es educativa. No tenemos violencia ni pornografía ni drogas. Transmitimos ideas-y en actitud retórica, levantando el índice- eso es básico: para transmitir ideas hay que tenerlas.
-En México vemos 263 minutos de televisión por día- le comenté- ocupamos el segundo lugar en el mundo. Apenas tres minutos menos que Estados Unidos.
-Educativa?- me preguntó
Yo sabía que su táctica maestra es preguntar sobre cosas que sabe para confirmar datos.
-Comercial. Violencia, drogas, pornografía, consumismo-le respondí
Guardó silencio unos segundos. Enseguida explicó sobre los programas de educación por computadoras en Cuba. Los esfuerzos que se están haciendo en ese rubro con la instalación de sistemas y programas para alcanzar a toda la población infantil, principalmente. Habló de los logros de la revolución en materia educativa. De ahi pasó a comentar los periódicos mexicanos.
-Así de gruesos- dijo ilustrando con el índice y el pulgar- Demasiada publicidad.
Todo el tiempo que estuvo sentado se manejó en el filo del sillón. Se movía constantemente. En parte por la pasión que imprimía a sus comentarios, y en parte, por obvia incomodidad de vestir chaleco antibalas debajo de su impecable uniforme verde olivo. También llaman la atención sus manos. Largas y flacas con uñas limpias extrañanamente crecidas. Tiene fémures de negro. Barba luenga. Fidel Castro es un hombre largo.
-Tenía 17 mil 500 regalos recibidos en cuarenta años. Hace unos meses los doné todos, anónimamente a diversas instituciones- comentó, y con una chispa en los ojos- sólo me quedaba un retrato de Breznev. Nadie lo quería. No sabíamos qué hacer con él. Sonriendo comentó:
-Hasta que me acordé que cuando estuvo en Cuba había inaugurado el Instituto de Estudios Nucleares. Allá lo mandé. Lo pusieron en un pasillo. Cedí todos los regalos menos los libros. Esos se quedan conmigo.
Por supuesto. Son los libros su fuente de vital información. "Tal vez el aspecto de la personalidad de Fidel Castro que se ajusta a la imagen creada por sus adversarios, es la de ser un lector voraz" apunta García Márquez. "Su auxiliar supremo es la memoria. Su tarea de acumulación informativa principia desde que despierta. Desayuna con no menos de doscientas páginas de noticias del mundo entero. Durante el día, a pesar de su movilidad incansable, lo persiguen por todas partes con informaciones urgentes. Él mismo calcula que cada día tiene que leer unos cincuenta documentos. A eso hay que agregar los informes de los servicios oficiales y de sus visitantes, y todo cuanto que pueda interesar a su curiosidad infinita"
-Vino a Cuba Nikita Krushev, Comandante?- le preguntó uno de los políticos mexicanos.
-No. Iba a venir a la inauguración de la base de misiles- repuso con la misma chispa en los ojos,- La semana pasada nos visitó ese muchacho americano, ese actor, Kevin Kostner. Nos trajo la película "13 días". La vimos juntos
Para un hombre que alguna vez habló sin tregua siete horas en la televisión y cuyo promedio de una conversación ordinaria son tres horas, despues de hora y media, la reunión apenas comenaba. El timbre nebuloso, creciente y apasionado; las pausas de un tema a otro, el molino vertebral andando, aventurandose con vericuetos, sin descuidar jamas la precisión, conciente de que una sola palabra mal usada puede causar estragos irreparables, expresaba con claridad que se encontraba cómodo entre nosotros.
-Uno de los regalos, una virgencita de este tamaño- ponderó usando ambas manos- se la entregamos a Eusebio Leal, el Historiador de la Ciudad. Le hio un nicho en San Francisco. Se ve tan bonita que ya le pedí que me hiciera una copia exacta a ella- y recorriendo la mano -Han visto lo que estamos haciendo en la Habana Vieja? Cuando algún edificio entra en algún programa de remodelación de Eusebio, es que ya les tenemos a quienes lo habitan vivienda nueva con todos los servicios, sin costo alguno. La recuperación de la Habana Vieja incluye renovación de los servicios. A veces no estoy muy de acuerdo con lo que hace Eusebio. Hay algo comercial en alguna de sus cosas, pero me hago un poco disimulado. Lo está haciendo bien.
Se percibía que hasta ese momento, casi a dos horas del inicio de la reunion, Fidel había caminado sinuosamente, con sumo cuidado. No había entrado frontalmente como es su estilo, a temas políticos. Se mostraba cauteloso, muy sensible, con la presencia de politicos mexicanos que habían contribuído la semana anterior, con su voto, a la abstención de México para que Cuba fuera vetada en la ONU en el capitulo de Derechos Humanos. Poniéndose de pie, dijo que hacía una hora lo estaba esperando un embajador. Sentía tener que retirarse. En realidad, entrábamos al cráter de la reunión. El Gabo hubiera sonreido. En el principio de su ensayo, escribe:
"Refiriéndose a un visitante extranjero al que había acompañado durante una semana en una gira por el interior de Cuba, Fidel Castro dijo. "Cómo hablará ese hombre, que habla más que yo". Bastaba conocer un poco a Fidel Castro para saber que era una exageración la suya, y de las más grandes, pues no es posible doncebir a alguien más adicto a él al hábito de la conversación. Su devoción por la palabra es casi mágica"
Cierto. Fidel nos tuvo otro par de horas parados a su alrededor, como jugadores de futbol americano en el centro del campo, escuchando a su quarterback.
-Cuando la madre Teresa de Calcuta vino a pedirnos autorización para fundar en Cuba su orden religiosa, me impresionó-comentó con las piernas en compás, sintiéndose a sus anchas, como si estuviera descansando después de un arduo día de labores. En realidad comenzaban. Sabido es que trabaja de noche. Dice el Gabo que antes pasaba de largo por noches y días enteros, y dormía a retazos, donde lo derribaba el cansancio. Ahora trata de dormir un mínimo de seis horas. Según vayan las coas, lo mismo puede ser a las diez de la noche que a las siete de la mañana, siguiente. Eran cerca de las diez de la noche.
-Al verla caminar sin más equipaje que un morral sobre el hombro me dije, esa mujer es una santa. Yo estudié en colegios católicos- comentó pensativamente, y de pronto, como si hubiera sido alcanzado por una corriente eléctica habló de George Bush.
-Ese hombre es un peligro.Seguimos lo que dice. Lo hemos estudiado en la televisión. Tiene ojos de desequilibrado. No tendrámiramentos para bombardear el mundo. Los canadienses están pasando un mal momento con él. Además, tienen en casa a ukn tipo como Jean Chretin. !Ese hombre es un irresponsable! De sgeuir como va, hará que Canadá se fragmente. !Qué diferencia de Trudeau! !Él sí era un estadista!- dijo con el gesto característico de levantar la cara hacia la audicencia, remarcando con la boca en círculo.
Llegó el tema de Elián. Lo relató como un gran reportaje hablado. Con el tono, el estilo y la calidad que impregnó este pasaje, se alcanzó la cúspide de la reunión.
-Programamos una manifestación de protesta para un lunes. Decidimos movilizar cinco mil. El sábado anterior a ese lunes, se presentaron algunos miles frente a la oficina de negocios de los Estados Unidos. Pregunté quke quién era el que los había movilizado. Me dijero que había sido espontáneo. Decidimos movilizar cinco mil para el lunes. Llegaron diez mil. No recibimos respuesta. Eldía siguiente programamos diez mil. Llegaron veinticinco mil. El miércoles programamos veinticinco mil. Llegaron cincuenta mil. Seguimos sin recibir respuesta de la oficina de negocios. Programamos movilizar cincuenta mil para el jueves. Finalmente, de la oficina de negocios de Estados Unidos nos enviaron una pequeña nota- ilustró con la mano,
-Cuando el niño regresó a Cárdenas, su pueblo, me pidieron que fuera a visitarlo. Le mandé decir que iría si pasaba el año escolar. Que no le íbamos a hacer ninguna fiesta oficial. Le hicieron una fiesta sus amigos. Cuando pasó de año me presenté en su casa. Había una fiesta con tres abuelas, dos abuelos y un montón de parientes. No me dirigí a él. Anduve por ahí saludando gente. Finalmente, me tropecé con el niño. Lo saludé igual que a otros niños. Después me fui a una recámara. Pedí que fuera a verme su padre. Le pregunté cosas de su trabajo, cosas que yo ya sabía. Me regresé a La Habana. Así terminó eso. No hubo ningún acto vandálico contra la oficina de los Estados Unidos. Nosotros nunca hemos quemdado una bandera. !Quemar una bandera es una atrocidad!
Entramos en el tema de la deuda externa de América Latina, la pesadilla recurrente de Fidel. La conclusión aritmética, simple, que al transcurso del tiempo se ha encargado de darle la razón.
-Al principio del período especial, el dólar estaba a 50 pesos. Hoy está a 20 pesos- dijo con tono de orgullo, -sabemos lo que significa el ALCA. Esa dizque Alianza del Libre Comercio de América no es más que un deseo emboscado de la economía del imperio para apoderarse de los recursos de América Latina. !Acepta que se entrometa en tu soberanía y que tu no te metas en la mía" Ahi andan países como Argentina que lo han vendido todo, !hasta los ríos! !Mi amigo Ted Turner les compró uno! -y en tono divertido, añadió -Y Japón? Y Costa Rica? !Nosotros nomás estamos viendo a ver de qué palo se cuelgan todos!Recuperando el tono, comentó que Ted Turner era su amigo.
-Antes de que fuera tan rico le gustaba venir a pescar aquí. Yo lo acompañaba. Venía con una novia muy bonita.
"Jane Fonda?" preguntó alguien
-No. Era más bonita que esa, que ya la dejó Ted. Jane lo buscaba por su dinero. Ted es un buen hombre. Buen amigo.
En un tramo de silencio, buscando el nuevo tema, comentó, casi como pregunta que en esos días se estaban llevando a cabo los play-offs de la Liga Nacional de Beisbol de Cuba.
-Hoy jugó Industriales. Ganó 5 a 1, Comandante- le informé
Me lanzó una larga mirada, sin decir nada. Yo sabía que no le gustaba no estar enterado de todo. Comprobé lo que García Márquez escribió:
"Una cosa se sabe con seguridad: esté donde esté, como esté y con quien esté, Fidel castro está allí para ganar. No creo que pueda existir en el mundo alguien que sea tan mal perdedor. Su actitud frente a la derrota, aún en los actos mínimos de la vida cotidiana, parece obedecer a una lógica privada; ni siquiera lo admite, y no tiene un minuto de sosiego mientras no logra invertir los términos y convertirla en victoria. Pero sea lo que sea, y donde sea, todo ocurre en el ámbito de una conversación inagotable"
Pasamos al comentario clásico que uno encuentra cuando viaja por América y nuestro interlocutor sabes que somos mexicanos: hablar de Cantinflas. Desde Argentina hasta Cuba, Cantinflas es ídolo.
-He visto dos o tres veces todas las películas de Cantinflas- dijo-pero donde no me gustó es cuando el imperio lo tomó y lo transformó en sirviente. Qué ridiculez!
Seguíamos de pie. Habíamos girado ciento ochenta grados alrededor de la mesita a partir de que anunció que se marchaba, una hora antes. Fidel se mostraba fresco, descansado. Dice el Gabo que se mantiene en excelentes condiciones físicas por varias horas de gimnasia diaria y de natación frecuente. "Se restringe a una copita de whisy puro en sorbos casi invisbles. Fatigado de conversar, descansa conversando".
-Ustedes ya están adentro- dijo dirigiéndose puntualmente a los políticos mexicanos, en obvia referencia al TLC- Ahora exíjanle a los americanos el derecho de los mexicanos de cruzar igual de un lado a otro- ponderó, ilustrando con las manos, cruzar de un punto a otro. Y con cautela, pero con claridad -Me parece que ustedes están haciendo mal en vender su país con papel. Les pagan con papel, el mismo que les han quitado!...Y tantos muertos en la frontera!...Nosotros tenemos ocho horas de filmación de cómo los rancheros americanos matan mexicanos en la frontera. Ocho horas!- dijo elevando la intensidad de la voz.
Pasando unos segundos y bajando el tono, pero ponderando con firmeza, añadió,
-Golpeenlos. Estados Unidos es un país muy vulnerable. Se le puede golpear por muchos lados. Como cualquiera que llegue en balsa lo hacen residente legal, nosotros les mandamos periodistas para que los hagan refugiados. Ellos nos mantienen informados- dijo en tono divertido.
Se intercambiaron comentarios en ese sentido. De ese tema, derivó la preocupación que Fidel tiene sobre el armamento israelí.
-Israel cuenta con más de 300 armas nucleares. Un país tan fascista no dudará en soltarlas sobre sus vecinos. Es un peligro mundial.
"Es un hombre de costumbres austeras e ilusiones insaciables", escribe el Gabo, "con una educación formal a la antigua, de palabras cautelosas y modales tenues, e incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal. Sueña con que sus científicos encuentren la medicina final sobre el cáncer, y ha creado una política exterior de potencia mundial en una isla sin agua dulce, ochenta y cuatro veces más pequeña que su enemigo principal"
Abundó en su preocupación sobre los problemas ecológicos y sociales de América Latina.
-Veo mucha inquietud social. Eso es preocupante. Pronto habrá brotes de violencia.
Disertó sobre la fuga de cerebros y lo que costaba a los gobiernos la formación de gente para que el imperio los devore.
A punto de despedirse, diciendo que el embajador tenía horas esperándolo, ofreció, mitad en tono de guasa, mitad en tono serio:
-Nosotros somos expertos en problemas. Si tienen algunos con los americanos, no duden en llamarnos. Con gusto los asesoraremos- y señalando hacia la cámara de video que tomó toda la reunión, comentó -No hagan público algunas de las cosas que aqui dije, antes de que las diga ahí arriba- subrayó, apuntando hacia una palestra imaginaria.
Aceptó el regalo de unas botellas de vino de Baja California.
-Si no me gusta no diré nada. Pero si me gusta,le diré a todos lo bueno que es el vino mexicano- cerró al tiempo que autografiaba fotos viejas a vuela pluma, con un plumón que usan políticos y artistas, ese que marca en cualquier superficie, asegurando con voz apurada, antes de salir corriendo, que todas las fotos que se habían tomado durante la reunión, las firmaría en la siguiente visita que hiciéramos.
Me quedé pensando en el párrafo final del ensayo de Gabriel García Márquez.
"Una noche, mientras tomaba en cucharaditas lentas un helado de vainilla, lo vi tan abrumado por el peso de tantos destinos ajenos, tan lejano de sí mismo, que por un instante me pareció distinto del que había sido siempre. Entonces le pregunté qué era lo que más quisiera hacer en este mundo, y me contestó de inmediato: pararme en una esquina"